21 junio 2005

#1 Relato

El despertador sonó. No tenía sueño, pero se encontraba mal. Cansado, agotado. Gris.

Había perdido la cuenta de los días que hacía que se sentía así. Recordaba (o sospechaba, más bien) que antes existía el color.

Ahora nada importaba. La rutina hacía tiempo que había devorado a la desesperación, que a su vez había hecho lo propio con la felicidad. Sí: también recordaba (o sospechaba) que había sido feliz.

Desechó aquellos pensamientos y se levantó de la cama. Al salir del baño, procedió a vestirse. Tras anudar la corbata alrededor de su cada vez más delgado cuello, salió de la habitación.

No tomó alimento alguno, aunque bebió un vaso de agua para aclarar su garganta. Cogió su maletín y salió de su apartamento, rumbo al trabajo.

Al salir a la calle, la luz le cegó. Por un instante una imagen cruzó su cerebro. Fué sólo un momento, durante el cual dejó de ver lo que realmente sucedía para pasar a ver algo que ocurrió tiempo atrás.

Cuando cesó aquel instante, la imagen desapareció. Había aprendido a olvidar aquello que le asaltaba al menos una vez al día, burlándose de él.

Quizá algún día, pensó, ya no tenga que olvidar de nuevo la imagen. Y se estremeció al comprender lo que ello implicaba.

Después, simplemente, siguió caminando.



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